Los pies tienen unas estructuras extraordinarias. Cada pie está constituido por 26 huesos (entre los dos pies poseen una cuarta parte de los huesos de nuestro cuerpo), más 7.200 terminaciones nerviosas y 107 ligamentos. Todas estas estructuras permiten desarrollar una gran fuerza y una gama excepcional de movimientos.
A pesar de soportar todo el peso corporal, nuestros pies se cuentan entre las partes más sensibles de nuestro cuerpo. Por esta razón, los pies son el mejor lugar donde aplicar los tratamientos de reflexología. Nuestras manos, que tratamos con mucho más respeto, son en realidad mucho menos sensibles que nuestros pies.
¿Cómo funciona?
La reflexología es una terapia complementaria holística. Su objetivo es tratar a la persona de forma global, en lugar de un solo síntoma, basándose en que un síntoma como el dolor o una erupción cutánea suele ser el signo de un problema interno.
Eliminar los síntomas sin resolver la causa originarla sería como intentar curar el sarampión pintando encima de las ronchas.
Además, trabajar exclusivamente en una parte del cuerpo puede hacer que la energía se desplace de esa zona, sólo para estancarse en otro lugar. El paciente puede acabar sintiéndose peor. Por eso un reflexólogo empieza, por lo general, trabajando todo el pie para tratar a la persona de forma global, antes de centrarse en un área que requiera ayuda adicional.
Siempre que sea posible, es mejor administrar un tratamiento completo, tanto en los pies como en las manos. Además de restablecer el equilibrio, es un ejercicio relajante, tanto si se lo aplica usted como si se lo hace a otra persona. Por añadidura, es mucho más satisfactorio que dejar gran parte del pie o de la mano con la sensación de que se han olvidado de ella.
Sin embargo, hay ocasiones en las que no se dispone de media hora para un tratamiento completo, y otras en las que un problema es justo lo que parece ser, en lugar de un signo de algo más profundo, por ejemplo el mareo durante un viaje. Incluso cuando existe un problema interno crónico, aliviar los síntomas puede ser útil mientras se trabaja a largo plazo sobre la causa subyacente.
Un tratamiento de reflexología completo incluye todos los ejercicios sistemáticos descritos en las páginas siguientes, con excepción del sistema endocrino (hormonal), que se trata al ocuparse de los demás.
Se expone por separado para permitirle trabajar en el sistema endocrino entero cuando el problema al que se enfrente sea hormonal. No obstante, como hay glándulas endocrinas en diversas partes del cuerpo, debe tratar todo el sistema endocrino mientras vaya realizando un tratamiento podal completo.
Cualquier persona que reciba un tratamiento reflexológico debe beber mucha agua después. La reflexología estimula la circulación y la comunicación nerviosa entre todos los órganos, por lo que se produce un efecto equilibrador, que los reflexólogos llaman «restablecimiento» u «homeostasis», del equilibrio corporal.
El tratamiento puede animar al cuerpo a liberar las toxinas acumuladas, que podrían causar jaquecas o náuseas. Beber mucha agua ayuda a los riñones a trabajar de forma eficaz y a arrastrar los productos residuales del organismo hasta expulsarlos del cuerpo.
Técnicas:
En reflexología, la mayoría de los puntos de presión se trabajan con las yemas de los dedos y con el borde del pulgar, ejerciendo una presión constante. Usted probablemente utilizará todos los métodos siguientes en el transcurso de un tratamiento administrado a otra persona. Cuando trabaje en su propio pie, los métodos más sencillos son caminar con el pulgar o con los otros dedos, rotación y flexión o pivotar sobre un punto.
1. Caminar con el pulgar y con los otros dedos: Este ejercicio se realiza flexionando la primera falange del pulgar al tiempo que éste se desliza hacia delante, de un modo similar al movimiento de una oruga (véanse ilustraciones 1 y 2). Se camina con los otros dedos de la misma manera (véanse ilustraciones 3 y 4). El pulgar o los demás dedos nunca se separan de la piel, pero su presión varía con su avance.
2. Rotación sobre un punto: Mantenga el pulgar o el índice sobre un punto (5) y hágalo girar aumentando ligeramente la presión para activar dicho punto.
3. Pivotar sobre un punto: Mantenga inmóvil la mano de apoyo y use la otra mano para hacer girar el pie sobre su pulgar o índice, mientras presiona en un punto (6).
4. Flexionar sobre un punto: Es como pivotar, pero en lugar de girar el pie, éste se flexi ona hacia el pulgar fijo (7), aumentando y reduciendo gradualmente la presión.
5. Presión de aguja y arrastrar: Utilice esta técnica cuando quiera ejercer presión sobre un puntoreflejo determinado y cuando éste se halle a cierta profundidad en el pie y sea difícil de llegar a él, o bien cuando necesite ser muy preciso. Sostenga el pie de modo que los cuatro dedos de la mano activa sirvan de palanca y, con el borde exterior del pulgar, presione firmemente sobre el punto. Mantenga una presión constante y-sin apartar el pulgar del punto- arrastre el pulgar hacia atrás para que el tejido de debajo se mueva, mientras el pulgar permanece inmóvil.Mantenga la posición durante 5 segundos.
Preparación:
El objetivo es relajar los pies o las manos en las que trabaja y permitir que fluya la energía. Empiece quitándose el reloj y cualquier joya que pueda arañar la piel. Después acune el pie en una mano, la mano de apoyo, mientras trabaja sobre él con la otra, la mano activa.
1. Apoyando el talón firmemente en una mano, con la planta mirando hacia arriba y el pulgar de la otra mano en el canto interior del pie, imprima al pie un movimiento de rotación en ambas direcciones.
2. A continuación, dé firmes pasadas en ambas direcciones con ambas manos, recorriendo el pie desde los dedos hasta los tobillos y de vuelta a los dedos.
3. Sostenga el pie con ambas manos y apoye los pulgares en la parte carnosa de la planta, en la base de los dedos. Deslícelos hacia fuera y hacia los lados varias veces, para crear una sensación de apertura.
4. Manteniendo las muñecas sueltas y los dedos ligeramente flexionados, camine con el pulgar y los demás dedos por los pies y las manos, como se muestra en la fotografía, avanzando en pequeños pasos sin separar las yemas de los dedos por completo de la piel. Asegúrese de recorrer el pie o la mano en toda su longitud y anchura. Este movimiento despierta la energía en las cinco zonas.
Tanto si trabaja sobre usted como sobre otra persona, asegúrese de que los movimientos de sus dedos se dirigen siempre hacia delante; en la mayoría de los casos será alejándose del centro de su cuerpo.
Esto libera las energías y les permite fluir. Cuando trabaje en usted, pronto se acostumbrará a girar
las manos y los pies para facilitar esta maniobra.
5. Camine con el pulgar y los demás dedos por la planta de ambos pies, desde el talón a las puntas de los dedos, en cinco franjas, una por cada zona.
6. Recorra de través la zona de la paletilla, situada justo debajo de la base de los dedos de los pies.
7. Ahora trabaje sobre el diafragma, situado justo debajo de la parte carnosa de la planta del pie.
8. Recorra de través el suelo de la pelvis, situado justo encima de la almohadilla del talón.
9. Concluya estos movimientos caminando con e! pulgar en franjas transversales sobre la almohadilla del talón.
10. A continuación, acunando el pie en la mano, haga girar el pulgar sobre el punto del plexo solar. Es el punto del centro del pie a partir del cual la parte carnosa de éste se curva ligeramente hacia ambos lados; el pulgar se deslizará hasta este punto con naturalidad. No olvide añadir varias pasadas largas de masaje por toda la longitud del pie mientras avanza.
11. Déle la vuelta al pie si trabaja en usted. Camine con el pulgar y los demás dedos en diagonal por el empeine, en ambas direcciones y varias veces. Sosteniendo el pie en una postura cómoda, imprima
un movimiento de rotación a los tobillos para aflojarlos.
12. Gire cada dedo del pie sobre su eje y termine tirando de cada uno como si le quitara un tapón, con firmeza pero sin brusquedad.
13. Sostenga el pie entre las palmas de sus manos, con la firmeza suficiente para que la piel se deslice sobre los huesos, y mueva las manos como si se las frotara en círculos. Esto puede hacerse también con el dorso de la mano debajo del pie, si le resulta cómodo.
14. Acunando los dedos de los pies, camine con el pulgar por la parte superior de la parte carnosa del pie, justo en la base de los dedos, presionando firmemente.
15. Dé un masaje a los pulpejos de los dedos de los pies las partes correspondientes a las yemas de los dedos de las manos y luego oprima con el pulgar la punta de los dedos, haciéndolos girar sobre su eje. Trabaje en ambos pies siempre que pueda, para no acabar con una sensación de desequilibrio.
0 comentarios:
Publicar un comentario